El Imaret en el Califato Otomano, un modelo de sociedad compasiva.

¿Qué es un Wakf?

El primer modelo de wakf del que se tiene constancia en Medina Al-Munawara fue el creado por Abu Talha y conocido por el siguiente hadiz:

“Anas relató: Abu Talha tenía más propiedades en palmerales que ningún otro Ansar de Medina. Su propiedad favorita era Bayruha que estaba situada junto a la Mezquita. El Mensajero de Allah, s.a.w.s., solía entrar y beber de su dulce agua. Anas relató: Cuando descendió la aleya: “No obtendréis la rectitud hasta que no deis de lo que amáis”. (3-92) Abu Talha fue al Mensjero de Allah, s.a.w.s. y le dijo: Mensajero de Allah, Allah, alabado sea dice: “No obtendréis la rectitud hasta que no deis de los amáis”, la propiedad que yo más amo es Bayruha, la doy de sadaqa por Allah, de cuya Bondad espero y confío en que Allah me lo tenga a en cuenta. Mensajero de Allah, dispón de ella como mejor consideres” El Mensajero de Allah dijo: “¡Excelente, esa es una buena propiedad!. He oído lo que me has dicho y creo que debes dársela a tus parientes” Abu Talha dijo: “¡Así lo haré Mensajero de Allah!.” Y Abu Talha la repartió entre sus parientes y primos.”

En otras palabras, fue dada de sadaqa a sus parientes.

La palabra árabe “wakf” significa literalmente “apartar” o “prohibición”.

La fundación de un wakf implica la donación voluntaria de propiedades agrarias o urbanas, o de una riqueza determinada, para un fin social definido. En términos legales, implica la no-negociabilidad de una propiedad, cuyo valor y rentabilidad está dirigida al beneficio de una causa social, y apartada de los derechos de herederos.

En la tradición islámica se han establecido básicamente dos tipos de awkafs:

  1. Los creados para el beneficio de un individuo o de una familia, que puede ser la propia.
  2. Los que se han fundado para cubrir necesidades sociales en general.

Y suele tener dos elementos básicos:

  1. La institución benéfica en sí.
  2. Las propiedades que generan ingresos de forma permanente para sustentar la institución benéfica.

Al hacer la donación el mutawik –el donante- formaliza por escrito y ante testigos un documento en el que define:

  • La misión social que desea cubrir con su aportación.
  • Quienes son los posibles beneficiarios de ella.
  • Los términos del funcionamiento de la Institución que considere que deben quedar explícitos

Tras lo cual, la propiedad pasa a ser wakf para siempre y ni el donante, ni su familia pueden raclamarla ni tienen ningún derecho sobre ella. El donante puede reservarse, si así lo desea, el desempeño de alguna de las funciones de la Institución, pero tras su muerte, será el Cadi el responsable de asegurar que se sigan cumpliendo los términos del Documento Fundacional y de escoger a los que vayan a desempeñar las funciones necesarias, siempre de acuerdo con los términos establecidos por el mutawik.

El documento Fundacional a veces llegaba a definir con todo lujo de detalles todos los aspectos de su funcionamiento. Por ejemplo en el caso de que la Institución fuese para establecer un comedor gratuito para los pobres, se llegaban a determinar no solo quienes eran los beneficiarios primordiales –podía hacer referencia a huérfanos, o mujeres, viajeros… -sino también los ingredientes de la comida, su calidad y cantidad, así como el número mínimo de raciones diarias, o el horario de las comidas.

Así mismo podemos ver en documentos fundacionales, normas muy estrictas para sobre las cualificaciones que debían poseer los trabajadores del wakf. Por ejemplo en el caso de un hospital, la experiencia exigible a sus médicos, el buen carácter de los empleados… En un documento Otomano leemos:

“Los directores del wakf deben ser honestos, amables, cumplidores del dín, dóciles contenidos, modestos, gentiles, equilibrados y no nerviosos. Debe tener buen carácter y evitar dañar el corazón de los demás”… ”Los médicos deben tener cualificación en medicina, experiencia en disección, ser respetables, tener experiencia en la fabricación de medicamentos y en su aplicación, tener un buen nivel de conocimienrto0 práctico y teórico, estar dispuesto a visitar inmediatamente q quien lo requiriera, debía tener en cuenta el estado psicológico de los pacientes y darles buen trato mostrándoles compasión y ternura”.

El documento Fundacional establecía unos derechos para los beneficiarios y en el caso que se crea defraudado en ellos, puede acudir al Cadi a efectuar su reclamación.

El mayor desarrollo de este tipo de instituciones se dio en el marco del Califato Otomano, aunque estuvo presente en todo el mundo Islámico y de hecho los Otomanos, lo heredaron de sus antepasados, los Seljudiks, podemos estudiarlos y utilizarlos como punto de referencia cercano para esclarecer sus funciones, su alcance y su repercusión social.

El tipo de wakf que cobró mayor relevancia en sus dominios fue a los que dieron en llamar Imaret. El Imaret tenían como eje una Mezquita, en torno a la que se asentaban diferentes servicios. Utilicemos como referencia al primer Imaret fundado en la ciudad de Estambul. Lo estableció su conquistador, El Sultan Mehmed II, y aún se pueden visitar algunas de sus instalaciones originales.

“Contaba de una gran Mezquita con 8 Madrazas, un hamam, una escuela para niños, una biblioteca, un hospital, un comedor y dos hospederías para viajeros, cada una de ellas con capacidad para 160 viajeros. Seiscientos estudiantes acudían a las clases de las Madrazas”. “Se comenzó la construcción, como era costumbre en este tipo de instalaciones, por la cometida de agua, la construcción de fuentes públicas y El hammam para facilitar el trabajo de los obreros. El final de la construcción eran siempre los jardines y el cementerio. De forma paralela se construyó en el distrito de Galata el soporte económico del Imaret que costaba de: 4250 tiendas, 3 grandes edificios dedicados a oficinas, 4 baños turcos, 7 villas, un mercado cubierto que incluía 9 jardines y finalmente, 1130 casas.”

Los alquileres y demás beneficios devengados por estas propiedades eran los que posibilitaban el funcionamiento del Imaret de forma permanente y gratuita para sus usuarios.

Dado que el objetivo del fundador de un wakf es agradar a Allah, los servicios sociales que primero se cubrían eran los de mayor urgencia. Escuelas, hospicios, comedores gratuitos, hospederías para los viajeros, orfanatos… Después le siguieron en importancia las obras públicas también acometidas por el mismo sistema de awkafs, se construyeron puentes, caminos, incluso pequeñas ciudades. Famosas fueron sus caravanserais que cubrían las rutas de los viajeros. En ellas se proveía al viajero, sin distinción de su posición social, su color o su religión, de alojamiento durante tres días para él y sus animales. Tenía derecho a comida, baño turco, lavado de ropa, reparación del calzado o en su defecto calzado nuevo, almacenes para su mercancía, atención médica que incluía los medicamentos o tratamientos que fuesen necesarios, ampliándose su estancia en la caravanserai en el caso de que estuviese enfermo hasta el restablecimiento, sus animales también recibían la atención necesaria, incluida atención veterinaria.

Hay constancia de awkafs que cubrían las expensas de los desperfectos que pudiese causar un criado por accidente, alguno que se ocupaba de poner miel y dulces en las afueras de algunas ciudades para evitar la profusión de avispas y mosquitos dentro de ella; también para evitar que se acercasen los lobos a las poblaciones se encargaban otros de poner carne en las afueras, en los sitios de acceso. Enormes jaulas abiertas en los bosques, alimentaban y protegían a la prole de los pájaros.

Llegó a haber tal cobertura social por medio de los awkafs que alguien podía nacer en uno de ellos, alimentarse durante toda su vida en otros –en Estambul en el siglo XV comían en estas instituciones 30.000 personas- Podía estudiar, curarse, y enterrarse en uno de ellos.

Fueron así mismo una fuente de empleo. En los catorce Imarets construidos por el arquitecto Sinán por encargo de diversos wakfis, una vez terminados, trabajaban en su mantenimiento 2.529 personas.

También tuvieron gran auge los wakfs dedicados a la investigación, al arte, al mantenimiento de diversos cuerpos del ejército, zawiyyas para que impartieran su enseñanza los Maestros sufis y cubrieron toda la amplia extensión del territorio Otomano, aun quedan restos de ellos en Bosnia, Albania, Rumania…

Como vemos, la mayor parte de los servicios sociales que hoy son –o pretenden ser cubiertos- por el Estado, estaban cubiertos por la iniciativa privada. Parte de la riqueza se redistribuía de una forma orgánica y voluntaria en el marco de una sociedad regida por los principios y leyes islámicos. Sus valores éticos y sus objetivos sociales se cimentaban en torno al temor de Allah y a la confianza en Su recompensa.

No se trata de una utopía, son siglos de historia de todos las áreas del planeta en la que Islam ha estado gobernando sin pretender “modernizarse” copiando el modelo de una sociedad cuyo dios está muy claro a estas alturas que es el Becerro de Oro.

En el Estado moderno la redistribución de la riqueza que se hace por medio de los impuestos, crea una estructura gigantesca para “imponer” a los ciudadanos que “contribuyan” con su riqueza en las obras sociales. No pretendo hacer un análisis crítico del Estado, pero es evidente que mediante este sistema surgen cuestiones como:

  • Para poder efectuar la recaudación, se articula una maquinaria parasitaria inmensa, incluidos servicios de la policía fiscal y de cárceles para los que no deseen realizar la “cívica aportación”.
  • La redistribución está totalmente separada del “contribuyente”, éste nunca tiene un conocimiento de adonde va a parar directamente su dinero, ni ningún contacto con el objetivo en que se gastó.
  • Las grandes partidas presupuestarias dedicadas a armamento, centrales atómicas, ingeniería genética, campañas militares, espionaje… difícilmente podrían realizarse si los “contribuyentes” pudiesen tener una mínima incidencia sobre el destino de la riqueza que le “impusieron” aportar.
  • La maquinaria estatal no solo gasta los ingresos de los “impuestos”, además tiene autoridad para endeudarnos a todos, creando situaciones como las de gran parte del llamado Tercer Mundo, al que se expolia de sus riquezas para pagar no ya la deuda, sino los intereses sobre los intereses de unas deudas impagables.

El Estado moderno es una maquinaria para la recaudación de impuestos y un garante frente a la Banca de la deuda del país, o sea de todos los ciudadanos.

Jadiya Martínez

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