Cuando recibí por primera vez el e-mail en el que se me daba el título de esta conferencia, me sentí bastante consternado. En primer lugar, futuwwa era un tema que no conocía demasiado bien y en segundo lugar, era incapaz de ver la relevancia que podría tener para la gente joven de esta época que son el centro de esta reunión. En lo que a mí atañía, futuwwa era una palabra que podía traducirse libremente por caballería y se refería a un tipo de comportamiento idealizado y elevado que al principio fue alentado por los Musulmanes de los últimos tiempos de Al-Andalus y luego adoptado y adaptado por los caballeros cristianos de la Edad Media en una especie de intento por retornar a una era dorada imaginaria que había tenido lugar en un mítico pasado. Tanto la mención de la palabra futuwwa como el pomposo subtítulo “Los fundamentos espirituales de la nobleza”, reforzaron esta idea, llegando incluso a pensar seriamente en pedir otro tema para mi conferencia. No obstante, cuando empecé a investigar y descubrir lo que realmente contenía, me sorprendió que, lejos de ser algo distante y en las alturas, la cuestión de la futuwwa era en realidad algo muy cercano y terrenal y, lejos de ser irrelevante a la época en la que vivimos era de hecho, la llave maestra con la que conseguir un Islam profundo y lleno de significado, tanto para los musulmanes jóvenes de hoy en día como para todos los demás, jóvenes y mayores, que están buscando un significado a sus vidas en esta época cada vez más nihilista.
Descubrí en primer lugar, que Dijo él: “Sólo he sido enviado para perfeccionar las nobles cualidades del carácter” —y desde un punto de vista, esto y nada más que esto, es lo que significa exactamente la palabra futuwwa. Recuérdese también el conocido hadiz de Sayyidatna ‘Aisha, radhiallahu ‘anha, que cuando fue preguntada por el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo que su carácter era como el Corán, es decir, que encarnaba totalmente las buenas cualidades de carácter que Allah ensalza en Su Libro. Así pues y según esta comprensión, la futuwwa consiste sencillamente en seguir la Sunna del Mensajero de Allah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, no en el sentido generalmente entendido de imitar sus acciones externas, sino en la incorporación de esas nobles cualidades de carácter de las que él fue ejemplo perfecto a lo largo de su vida. La palabra futuwwa procede del Corán, de la raíz fa ta ya que Allah utiliza en Su Libro tres veces de forma muy determinada.
Aparece en primer lugar en la Surat al-Anbiya refiriéndose a Sayyidina Ibrahim, ‘alaihi sallam, cuando Allah dice: “Dijeron: Hemos oído a un joven referirse a ellos, le llaman Ibrahim”. Esto aparece en medio de un pasaje que describe el episodio en el que el joven Ibrahim destruye los ídolos de su gente y luego es arrojado al fuego del que sale sin daño alguno. La raíz fa ta ya se utiliza para describir a Ibrahim llamándole fatan, lo cual se traduce aquí como “un joven”, o dicho con otras palabras, alguien que encarna la futuwwa. Tal y como nos muestra el contexto, no significa un joven cualquiera, y además el pasaje aclara varios aspectos de la futuwwa. Sayyidina Ibrahim, ‘alayhi salam, posee características muy claras. En primer lugar y como más importante, afirma sin duda alguna la unidad de Allah, siendo ésta la base de todo lo que hace; es inteligente y sabe cómo actuar de forma que sus acciones sean eficaces; es valiente y no teme ir en contra de los dictados de sus sociedad cuando sabe que son equivocados; es paciente y cortés cuando se ve confrontado por graves provocaciones; y sigue deseando lo mejor para sus compatriotas a pesar de la hostilidad que éstos manifiestan contra él. Estas son las características básicas de la gente de la futuwwa.
Otro elemento fundamental presente en la futuwwa, se pone de manifiesto con la siguiente referencia a la raíz fa ta ya que aparece en los inicios de la Surat al-Kahf cuando Allah ta’ala dice: “Cuando los jóvenes se refugiaron en la caverna y dijeron: “¡Señor nuestro, concédenos una misericordia de Tu parte y resuelve nuestra situación dándonos una dirección correcta!” La raíz fa ta ya se encuentra aquí en la palabra al-fityatu, plural de fata, que en este caso se traduce como “los jóvenes”. Los jóvenes de esta historia eran en gran medida muy parecidos a Ibrahim, ‘alayhi salam, en el sentido de que su creencia en Allah no admitía concesión alguna, lo mismo que su rechazo a unirse a las prácticas idólatras de su sociedad; pero en vez de hacer hiyˆra como Ibrahim, decidieron retirarse a una cueva donde Allah ta’ala les mantuvo hasta que fuese seguro para ellos volver de nuevo al mundo. Futuwwa no es algo que ocurre estando aislado; es un fenómeno colectivo; afecta a un grupo de jóvenes creyentes que piensan de la misma manera y que quieren algo diferente al kufr que es todo lo que ofrece la sociedad que les rodea. Se afirman y apoyan mutuamente en su decisión de encontrar una forma de vivir conforme a sus creencias estando sumidos en un mundo que quiere arrastrarlos hacia la dirección opuesta. Son gente que sigue las instrucciones de Allah cuando nos dice en la Surat at-Tawba: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allah y permaneced con los veraces”. Y en la Surat al’Imran cuando Allah dice, subhanahu wa ta’ala: “Y aferráos a la cuerda de Allah todos juntos y no os separéis”.
La otra mención coránica de la raíz fa ta ya aparece también en la Surat al-Kahf cuando Allah ta’ala dice: “Y cuando Musa le dijo a su criado: No cesaré hasta alcanzar la confluencia de los dos mares y aunque tenga que esforzarme durante muchos años”. La palabra aquí mencionada es fatahu que es traducida como “su criado”. Tal y como indica Shayj Dr. Abdalqadir as-Sufi en su brillante discurso sobre la futuwwa, esta referencia definitiva revela la aspiración más elevada y el objetivo de la gente de la futuwwa, gente que no estará satisfecha hasta que no alcancen la confluencia de los dos mares, el lugar donde se unen la haqiqa y la shari’at, el conocimiento directo del Señor de la existencia, Allah, tabaraka wa ta’ala.
Estas son las alusiones directas del Corán a la futuwwa en sí, pero la multitud de ocasiones en las que Allah habla de las cualidades de carácter que definen a los muminun, tienen relación directa con esta cuestión; un pasaje especialmente relevante, es el consejo que Luqman da a su hijo. En primer lugar le advierte con insistencia contra cometer shirk, es decir, permitir que algo se interponga entre él y la adoración a Allah. Luego viene un pasaje en el que se nos enseña a obedecer y comportarnos correcta y cortésmente con nuestros padres, siempre que no intenten impedirnos adorar a Allah; nos aconseja también el tomar como guía a alguien que se haya vuelto hacia Allah, refiriéndose con ello al shayj de instrucción. Luego Luqman continúa diciendo:
“¡Hijo mío! Incluso el peso de un grano de mostaza dentro de una roca,
o en los cielos o en la tierra, Allah lo traería a colación;
es cierto que Allah es Sutil, Penetrante.
¡Hijo mío! Establece la Oración, ordena lo reconocido,
prohíbe lo reprobable y ten paciencia con lo que venga,
es cierto que eso es parte de los asuntos que requieren entereza.
Y no pongas mala cara a la gente ni andes por la tierra con insolencia
pues es verdad que Allah no ama al que es presumido y jactancioso.
Sé moderado al caminar y baja la voz,
pues ciertamente la más desagradable de las voces es la del asno”. (31: 16-19)
Este pasaje, en el que Luqman transmite a su hijo las características esenciales para que entre en el camino de la futuwwa, añaden una nueva dimensión a nuestra compresión de lo que es la futuwwa. En el sentido más profundo de la palabra, futuwwa es educación. En su discurso sobre la futuwwa, Shayj Dr. Abdalqadir demuestra con claridad que se trata de jóvenes involucrados en una situación concentrada en la enseñanza y en la que obtienen un conocimiento auténtico y útil que es absolutamente relevante y necesario para tener una vida exitosa en este mundo y en el que vendrá después. La palabra educar viene de una palabra latina que significa dirigir o sacar, y no cabe duda de que la futuwwa sirve para sacar a la luz características específicas de la gente que se entrega al este proceso. Esta es la realidad auténtica de la verdadera educación. Hoy en día la educación está considerada como la mera adquisición de una información que será luego repetida maquinalmente en unos exámenes cuyos resultados, si eres afortunado, serán una serie de certificados y títulos de varias tipos. A fin de cuentas, la educación moderna no es más que una serie de trozos de papel. Thomas Arnold, el gran educacionalista inglés de siglo diecinueve, se sentiría horrorizado al descubrir lo que ha pasado con el sistema educativo que con tanto esfuerzo había ayudado a poner en marcha. Su propia comprensión de la educación era muy diferente a la actual y extremadamente cercana a la futuwwa de la que hablamos ahora. Dijo: “Si cuando dejan la escuela mis muchachos tienen cuatro cosas, entonces pienso que he cumplido con mi deber. Estas cosas son: piedad, lealtad, velentía y generosidad”. Y no cabe duda de que el ámbito de servicio público y justicia generados por la Rugby School y sus numerosos imitadores, fueron la columna vertebral de la administración del Imperio Británico durante el siglo siguiente. No, la educación no son trozos de papel sino la transformación de las personas sometidas a ella, proporcionándoles la discriminación, el buen carácter, el conocimiento útil y los patrones de conducta que necesitan para que pasen a salvo el resto de sus vidas y luego hacia el Otro Mundo. Esto es lo que significa futuwwa.
Las fuentes coránicas que hemos estudiado formaron la base de lo que, con el tiempo, se instauró como la ciencia de la futuwwa. Basándose en ejemplos de la vida del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y de los Compañeros, radhi’allahu ‘anhum ayˆma’in, y de los primeros musulmanes, se estableció a lo largo de los siglos un código de conducta que esbozaba los principios de la futuwwa que ha llegado a su máxima expresión en el Kitab al-Futuwwa del Imam Sulami. En este libro, el autor describe una serie de cualidades que posee la gente de la futuwwa. He aquí algunas de ellas:
• Alegran la vida de sus compañeros y están siempre dispuestos a satisfacer sus necesidades.
• Perdonan las injusticias que les toca sufrir, pero son inflexibles a la hora de exigir justicia con los demás.
• Evitan fijarse en las faltas de sus compañeros y perdonan los errores que cometen.
• Son pacientes con las ofensas y ponen el máximo empeño en no causarlas.
• Con respecto a la práctica de su Din son extremadamente rigurosos, pero evitan imponer a sus compañeros ese mismo rigor.
• Son generosos y magnánimos.
• Son tolerantes con sus compañeros.
• Permiten que sus compañeros usen sus cosas como si fueran suyas.
• Son hospitalarios e invitan a la gente a compartir su comida.
• Se aseguran de que sus amigos y vecinos tengan lo que necesitan.
• Están satisfechos con poco para sí mismos pero quieren mucho para los demás.
• Siempre dicen la verdad.
• Mantienen su palabra y protejen lo que se pone bajo su custodia.
• Disfrutan compartiendo la alegría de sus compañeros.
• No se conceden importancia a sí mismos ni a sus buenas acciones.
• Buscan la buena compañía y evitan la mala como si fuera la peste.
Ahora es cuando ya estamos empezando a tener una imagen más completa de la futuwwa. Supone la presencia de un grupo de jóvenes que viven en un entorno más o menos hostil al Islam y que desean proteger y fortalezar su creencia en Allah, reuniéndose y prestándose un apoyo mutuo para poder practicar su Din y obtener el conocimiento que van a necesitar para sus vidas futuras. Y esto lo hacen de una manera muy especial. En primer lugar, disfrutan enormemente de la mtua compañía. Lo segundo es que, en sus reuniones, les preocupa más el bienestar de los demás que el suyo propio. Esto significa que son una gente que ha dejado atrás a la niñez y están en el camino de convertirse en hombres y mujeres adultos. A los ojos de los niños, el mundo sólo existe para satisfacer sus necesidades; todo gira en torno a ellos. No son conscientes de los demás excepto como el medio para obtener lo que desean. Hay muchas personas, especialmente en los tiempos que vivimos, que nunca superan este estado, que nunca llegan a la madurez, que siguen en la infancia el resto de sus vidas. En un sentido real, la futuwwa es un puente entre la niñez y la madurez, además de una puerta a las recompensas aún mayores que contiene. Todo aquel que ha contemplado la ira y la angustia del niño al que se le niega lo que quiere, es consciente de la naturaleza ilusoria de la gratificación sensorial. Del mismo modo, todo aquel que haya practicado las acciones que ponen las necesidades de los demás antes que las propias, es sin duda consciente del sentimiento de dulzura y satisfacción que son resultado de tales acciones.
Y ¿cuál es la alternativa, qué más se nos ofrece? Todos conocemos la respuesta: este maravilloso paraíso consumista en el que vivimos que promete la satisfacción instantánea en todos los sentidos. Para que tu vida sea completa sólo necesitas esta cosa –y nos satisface durante cinco minutos, hasta que se pone ante ti el siguiente artículo esencial para tu felicidad que te hace abrir la cartera una vez más. En este camino no hay manera de obtener la realización personal. Recuerdo que uno de los muqaddams de Shayj Muhammad ibn al-Habib me decía que la satisfacción desmedida de los apetitos es como echar más leña al fuego; cuanto más leña echas más arde el fuego y más tienes que seguir poniendo; no tiene límites. Y el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo confirmaba cuando dijo: “”El Fuego está rodeado por los apetitos”. Esto no sólo significa que la gente cuyas vidas están dedicadas a la auto-gratificación van a ir al fuego, aunque de hecho sí lo harán, sino que indica que este tipo de indulgencia personal contiene al Fuego en su interior y en consecuencia producirá la angustia y el sufrimiento en este mundo. Y lo opuesto también es verdad. El negarse a sí mismo lleva al Jardín y lo contiene en su interior de forma que, quienes lo practiquen creyendo en Allah, obtendrán en este mundo un anticipo del deleite y satisfacción que les esperan en el que ha de venir.
Quiero volver ahora a algo que dije al principio cuando afirmaba que, lejos de ser la cuestión lejana y etérea que antes pensaba, la futuwwa es en realidad algo cercano y muy concreto. Si lo dicho hasta ahora parece sugerir que la futuwwa es algo abstracto, quiero aclarar con rotundidad que no tiene nada teórico. Pero no se trata de un grupo de jóvenes musulmanes que se juntan, estudian los principios de la futuwwa y luego, de alguna manera, los ponen en práctica. No, la futuwwa es algo que surge de forma natural cuando se dan la condiciones correctas para que tenga lugar. Cuando un grupo de jóvenes musulmanes se juntan para proteger y fortalecer su Din y vivir de manera que complazca a Allah, eso dará como resultado que se surja entre ellos la práctica de la futuwwa. Es como un proceso alquímico. Cuando se juntan los ingredientes necesarios y se alcanza la temperatura correcta, se consigue una transformación inevitable. Utilizaré tres ejemplos brindados por nuestra propia comunidad para ilustrar lo que acabo de decir.
A finales de los 80 y debido a varias razones, la escuela musulmana que había funcionado durante varios años en Norwhich tuvo que cerrarse. Una de las consecuencias fue que un grupo de tres chicas que iba a la escuela—una de las cuales, por cierto, vive ahora en Granada— tuvo que ir a la escuela secundaria de la ciudad para continuar su educación. Tras haber pasado un año en la misma, decidimos enviar algunos jóvenes más a la misma escuela y fui a ver al director para hablar sobre el tema. Le expliqué lo que queríamos hacer y todavía hoy puedo recordar la calidez y simpatía de su respuesta. Dijo: “Por favor, traer todos los jóvenes musulmanes que queráis. Si tan sólo supiéseis la transformación que estas tres jóvenes han producido en este lugar. Todo lo que puedo decir es que, de alguna manera, estas jóvenes han hecho que esta escuela sea un lugar mejor en el que estar”. No es necesario decir que las jóvenes ignoraban totalmente el efecto que habían causado, pero lo que sí demuestra es el tremendo poder de su futuwwa que habían practicado de forma casi inconsciente.
El segundo ejemplo tuvo lugar cuando los jóvenes que habían estado estudiando en Escocia vienieron a continuar sus estudios en la Zawiyya de Granada. Eran quince más o menos, y tuvieron que vivir durante tres meses en circunstancias difíciles, con poco espacio y medios muy limitados. A pesar de las muchas dificultades de su situación, yo no cesaba de asombrarme por la forma armoniosa en que vivieron y estudiaron juntos durante todo ese tiempo. Lo que puedo decir honestamente, es que durante ese período pude constatar en más de una ocasión, que los miembros de ese grupo encarnaban todas y cada una de las cualidades recogidas por Sulami en su Kitab al-Futuwwa. Y lo que la situación mostraba, era que esa era precisamente la forma natural de comportarse. He hablado posteriormente con algunos de ellos y todos sin excepción, recuerdan ese período como uno de los mejores de sus vidas. Por otra parte, todas las informaciones coinciden en afirmar que lo mismo sucedió con los estudiantes de la Madrasa de Mallorca, con la excepción de que allí, al ser un periodo de tiempo más prolongado, el efecto de la futuwwa fue aún más profundo e intenso.
El tercer ejemplo es muy reciente, de hecho, apenas dos semanas. Estoy hablando del viaje al moussam de Casablanca y la estancia en la casa de Hajj Abdalkabir. El grupo de chicos y chicas que regresó de ese viaje no eran lo mismo que cuando salieron. El estar juntos esos tres días en una situación que era por Allah, asistiendo a las noches de dhikr y practicando el Din en compañía, produjo un cambio perceptible que, aunque ellos mismos quizás no hubiesen notado, era visible para todo aquel que tuviera ojos para ver. Salieron de viaje como unos jóvenes más de estos tiempos, musulmanes eso sí, y volvieron convertidos en fitya, en jóvenes creyentes listos para emprender el camino de la futuwwa. Muchos de nosotros hemos estado en situaciones parecidas y hemos comprobado cómo un periodo de tiempo, por corto que sea, de compañerismo real en el camino de Allah puede producir un cambio dramático en los jóvenes implicados. La cuestión es incrementar las oportunidades de que esto suceda para así poder construir sobre ellas. Y los beneficios de este tipo de futuwwa son tan tangibles que, una vez probados, ya no es necesario animar a nadie para repetir la experiencia. Y el resultado es que, de forma gradual, ese grupo comenzará a producir un cambio en el lugar donde viven.
Y esto es así porque hablamos de algo que la gente de esta sociedad no tiene, pero que al mismo tiempo muchos buscan desesperadamente, algo que dé un significado real a sus vidas sin sentido. Shayj Muhammad ibn al-Habib nos dijo en cierta ocasión, en los primeros días de la comunidad, que al hacernos musulmanes teníamos oro puro, y que los no musulmanes sólo tenían un metal en bruto. Cuando viesen lo que nosotros teníamos y lo comparasen con lo suyo, no cabe duda de que querrían tenerlo. Así pues, cuando los jóvenes musulmanes de esta época se reúnan en el nombre de Allah y pongan con ello en movimiento el proceso alquímico de la futuwwa, no sólo disfrutarán de la mejor manera posible, sino que harán que el oro puro del Islam brille de tal manera, que los no musulmanes, que aún tengan algo de vida en sus corazones y entren en contacto con ellos, dirán: “¡Yo quiero algo de eso!” y se harán musulmanes.
Shaykh Abdalhaqq Bewley