Hacerse Musulman

Cada día miles de personas aceptan Islam en el mundo. Islam es una opción individual y social para muchas personas de nuestro tiempo. Islam es un camino espiritual de adoración y de cercanía al Creador, así como una guía de sabiduría en todos y cada uno de los aspectos de la vida.

¿Dónde dirigirse? Cualquier musulmán puede ser tu guía, hombres y mujeres iluminados por la luz de la oración, el ayuno y la vida en comunidad. La sinceridad, la generosidad y la belleza en sus acciones y la integridad en su comportamiento son sus signos. En cada ciudad o pueblo los encontrarás. Tiene que haber una Mezquita cerca de ti o en una ciudad vecina.

Nosotros en Sevilla y miles de musulmanes en muchos puntos de España podemos ayudarte. Contacta con nosotros.

Cada musulmán puede guiarte en lo esencial: sólo Allah es digno de ser adorado. La sumisión y el agradecimiento se le deben sólo a Él. Él es el Uno, Único en Su Divinidad. Su Señorío abarca todas las cosas que existen, las conocidas y las desconocidas, las visibles y las invisibles. Descubrirás una guía clara y diáfana del Creador de la humanidad para realizarte, y encontraras que los amplios y generosos parámetros de Su Revelación están intactos y sin adulterar. Entrarás en contacto con la excepcional inspiración que se contiene en los detalles de la vida, dichos y acciones del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él, y las pruebas irrefutables de su misión profética. Por último encontrarás ante ti la nobleza, generosidad y grandeza de alma y de carácter de los hombres y mujeres que formaron su comunidad, sus compañeros y seguidores, que constituyen la mejor comunidad humana que ha existido en todos los tiempos por su justicia, integridad y sinceridad.

En el Islam hallarás, quizá para tu sorpresa y asombro, parámetros y orientaciones que son universales y válidos para todo tiempo y lugar. Confirmados por el sentido común y por los valores reconocidos por toda la humanidad (ma’ruf).

¿Cómo Hacerse Musulmán? Convertirte en musulmán es una acción simple y fácil y sin embargo tiene consecuencias profundas y trascendentales. Una persona acepta el Islam declarando con convicción y sinceridad, libremente y sin coerción, enfrente de testigos musulmanes, que: ‘No hay más dios que Allah y que Muhammad es Su Mensajero’.

Dicho en lengua árabe:

Ash-hadu an laa ilaha illa-llaah
Wa ash-hadu anna Muhammadar Rasulullah.

Quien pronuncia la shahadah, tanto si es hombre como si es mujer, acepta realizar cinco oraciones diarias, ayunar el mes de Ramadán, entregar cada año una fracción (2,5%) de su riqueza acumulada y superflua -si la tiene- para ser distribuida entre los necesitados y emprender al menos una vez en su vida -si tiene los medios para ello- la peregrinación a la Casa de Allah en Mecca.

Estas prácticas transforman interiormente a la persona, cambian su comportamiento y su carácter le hacen miembro de una hermandad que no conoce fronteras ni límites geográficos, raciales o de clase. Este acto tan simple abre las puertas a las inmensas regiones del conocimiento y del desarrollo personal y es el primer paso en la senda del éxito duradero, que no se extingue con la muerte.