Hoy me gustaría hablar de un hombre sabio, un hombre justo al que Allah dio sabiduría y conocimiento, un hombre cuyo transitar por este mundo estuvo impregnado de hikma en todo momento, un hombre al que se le dio a escoger entre la profecía y la sabiduría y eligió esta última, un hombre de profunda reflexión y certeza, que amó a Allah y Él le amó y le entregó la sabiduría; este hombre era Luqman Al Hakim, Luqman el Sabio.
Luqman era un hombre sencillo y humilde que, según la mayoría de las transmisiones, fue esclavo al comienzo de su vida, soliendo cortar y acarrear leña para su amo, que era un adorador del fuego; también fue pastor y, pasado el tiempo, cuando se convirtió en una persona elevada que emitía juicios y la gente se sentaba a escucharle, se acercó un hombre que antes pastoreaba el ganado con él y le dijo: “¿Tú no eras un esclavo de la tribu de fulano?” Dijo: “¡Claro!” Dijo el hombre: “Entonces, ¿cómo te ha llegado lo que estoy viendo? ¿Cómo has llegado a alcanzar la posición que tienes ahora?” Dijo: “El decreto de Allah, el cumplimiento de la responsabilidad (amana), hablar con la verdad y dejar lo que no me concierne”.
Estas cuatro características fueron las que le llevaron a alcanzar la posición, el respeto y el lugar que alcanzó y, ciertamente, son características que hoy en día están muy poco presentes entre nosotros.
Se ha transmitido también, que en una ocasión su amo le pidió que sacrificara una oveja y le trajera los dos mejores trozos de la misma. Le llevó la lengua y el corazón y, al verlo, su amo le dijo: “¡Ay de ti! ¿Es que no tenía nada mejor que estos dos trozos?” Y Luqman se calló. Después de un tiempo le ordenó que sacrificara otra oveja y le dijo: “Tira los dos trozos peores que tenga”; y tiró la lengua y el corazón. Al verlo, el amo le dijo: “¿Te he ordenado que me trajeras los dos mejores trozos y me has traído la lengua y el corazón; y después te he ordenado que tiraras los dos peores, y has tirado la lengua y el corazón? Le contestó Luqman: “Verdaderamente, no hay nada mejor que esos dos trozos si son buenos, ni nada peor cuando son malos”.
Esto es así porque lo que pronuncia tu lengua puede llevarte a las estaciones más elevadas del Jardín, o puede conducirte a los niveles más bajos del Fuego. Y el corazón… “el corazón es ese trozo de carne que si está sano, el resto del cuerpo estará sano y si está corrupto el resto del cuerpo estará corrupto”.
Ibn ‘Atiyah, en su comentario de la aleya 12 de la Surat Luqman, ─aleya en la que Allah dice: “Y he aquí que le dimos a Luqman la Sabiduría: ¡Sé agradecido con Allah! Pues quien agradece, lo hace en beneficio propio, pero quien es ingrato… Realmente Allah es Rico, Digno de alabanza”─ relata el hadiz en el que el Mensajero Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, dijo: “No fue Luqman un profeta, pero sí un siervo de profunda reflexión y certeza. Amó a Allah, el Altísimo, y Él le amó y le otorgó la Sabiduría. Le dio a elegir si quería ser califa para gobernar con la verdad. Dijo: ¡Señor! Si me das a escoger, prefiero el bienestar en lugar de pasar por las duras pruebas. Y lo que resuelvas sobre mí, yo escucho y obedezco, porque verdaderamente Tú me protegerás”.
Al escuchar los ángeles que Luqman prefería la sabiduría a la profecía y el gobierno, le dijeron: “¿Por qué has preferido eso, oh Luqman?” Dijo: “Porque la posición del gobernante es la más dura y fastidiosa: lo acecha el oprimido desde todos los lados; si acierta, puede ser que se libre, pero si yerra, equivocará su camino hacia el Jardín; y quien haya sido humilde en el mundo, será mejor que haber sido noble. Quien escoja el mundo de Dunia por encima de la Otra Vida, le consumirá este mundo y no alcanzará el éxito en el Otro”. Entonces, los ángeles se quedaron asombrados de su buena lógica; después de eso, Luqman durmió profundamente y se le dio la Sabiduría y en su despertar habló con ella.
Los dichos y sentencias de sabiduría de este hombre justo y recto son numerosos; entre ellos encontramos los consejos, llenos de amor y ternura, que le da a su hijo y que se encuentran en el Corán en la Surat Luqman, (que recomiendo encarecidamente a todos leer y reflexionar sobre ellos), en los que reúne el conocimiento de la creencia en Allah, sólo y sin asociado, el conocimiento de la adoración sincera a Allah, el conocimiento de las mu’amalat, las relaciones y transacciones humanas, del trato con los padres, con los cercanos y los lejanos. Es por esto que, en numerosas ocasiones, estos consejos son tomados como una guía y un ejemplo para el creyente.
Luqman fue contemporáneo del Profeta Da’ud, alaihi salam, y muchas veces le asistía con su conocimiento y sabiduría. Luqman era un hombre de labios gruesos, pero las palabras que salían de ellos eran finas y precisas, un hombre de piel oscura y de corazón luminoso y resplandeciente, un hombre con sabiduría y conocimiento de este mundo y del que ha de venir. Y por eso, cuando en una ocasión le preguntaron (y esta tal vez sea una de sus hikmas preferidas por mi): “Oh Luqman, ¿cuál es el peor de entre la gente?”; dijo: “Aquel que no le importa que los demás lo vean actuando mal”. Es decir, aquel que no tiene vergüenza de cometer y hacer público un acto de desobediencia y de transgresión.
Y hablando de esto mismo, el Mensajero Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, dijo en un conocido hadiz, transmitido por Abu Huraira: “Todo mi pueblo está sano excepto los que escandalizan; y el escándalo es que un hombre haga algo censurable por la noche y amanezca de forma que Allah le haya cubierto; y entonces, a pesar de todo, diga y revele: ¡Fulano, anoche hice esto y aquello!”.
Este era Luqman, un hombre que era esclavo, pero al que Allah elevó dándole sabiduría y rectitud, un hombre sabio cuyas palabras y enseñanzas iban en concordancia con lo que nos enseñó y transmitió nuestro Profeta Muhammad, un hombre justo y recto que renunció al poder y la posición entre la gente por la dificultad y las pruebas que eso conlleva, un padre que amaba a su hijo y le aconsejaba con sabiduría y cariño, un hombre que actuaba de acuerdo a lo que transmitía, un hombre al que Allah escogió y elevó por encima de la gente dándole conocimiento y sabiduría, un hombre que nos dejó auténticas perlas de sapiencia que, si nos aferramos a ellas y las ponemos en práctica, nos llevarán, con el permiso de Allah, a encontrarnos con él y con nuestro amado Profeta, en el lugar más elevado del Jardín.
Oh Allah te pedimos que así sea. Amin
Por: Shaij Ahmed Bermejo desde su blog: http://ahmedbermejo.com/