El Cairo: el amigo inconsiderado al que no puedes evitar amar. De Hafiz Luqman Nieto

Relato de Hafiz Luqman Nieto, vicepresidente de la Fundación Mezquita de Sevilla, sobre el Cairo, ciudad donde lleva meses perfeccionando su árabe y taywid del Corán.
Este relato está publicado en su blog, www.luqmannieto.com Originalmente esta escrito en Inglés. (Traducción de Fundación Mezquita de Sevilla.)


El Cairo: el amigo inconsiderado al que no puedes evitar amar.
Hafiz Luqman Nieto

El Cairo es una ciudad grande, muy grande. Es una ciudad caótica, donde la mayoría de las cosas no funcionan como cabría esperar. Es una ciudad donde los colores predominantes son marrones y grises, es como si estuvieras viendo una película antigua en un televisor viejo, donde la viveza de los colores no es a la que estamos acostumbrados en las pantallas de nuestros teléfonos hoy en día.

El Cairo, al principio, también es maleducado y no se disculpa por ello. Te puede acabar irritando si estás acostumbrado a los buenos modales de las ciudades europeas.

El Cairo es como ese amigo que todos tenemos, el que funciona a su manera, al que parece no importarle en absoluto lo que piensen de él, hasta el punto de ser desconsiderado. Ese amigo que te hará esperar una hora y no se presentará; el que cuando tratas de llamarlo no te coge el teléfono. El amigo que no se disculpa por como es y, a veces, se muestra arrogante.

Pero es el amigo del que no podemos prescindir porque si vas más allá de esa apariencia de «me da igual lo que pienses», tiene un gran corazón. Y no puedes evitar amarlo. A pesar de las numerosas veces que perjuras que es la última vez, siempre terminas olvidándote de eso; porque hay algo en él que es raro: es genuino.

El Cairo es así.

Es una ciudad donde viven quince millones de personas y millones más van todos los días a trabajar, pero no está preparada para ese estrés humano. Y la estresá. Los atascos son la norma y no la excepción, la gente parece estar al límite todas las mañanas y conducir es solo para los más valientes.

Los servicios públicos son casi inexistentes y todo se convierte en un desafío si intentas hacer algo burocrático. La gente se esfuerza todos los días para llegar a fin de mes. Y no hablemos de política… Un tema reservado para la confidencialidad de nuestros propios pensamientos.

Pero si eres capaz de sobre pasar esto, el aire polvoriento, después de todo, está construida sobre un desierto; superar los colores suaves, como pastel; el tráfico, la aglomeración de personas, la dificultad de hacer algo relativamente normal en muchos otros lugares, las personas nerviosas y la conducción como si fuese una jungla; la apariencia de que todo fue construido hace un siglo y no ha sido atendido. Si lo haces, encontrarás que El Cairo está vivo; y eso es más de lo que se puede decir de muchos otros lugares. Y el Cairo tiene un gran corazón, como ese amigo.

Con un poco de paciencia y perseverancia, descubrirás que El Cairo tiene muchos secretos. Hermosos lugares en la orilla del Nilo o populares cafés en el viejo Cairo donde se puede fumar una shisha durante horas, simplemente mirando a la gente que pasa. Camina y observa cómo la gente de aquí disfruta de su propia ciudad, que, a pesar de todo, la aprecian. Mira a los niños jugando en las calles. Escucha al Adhan venir de mil minaretes -El Cairo era llamada la ciudad de los mil Adhanes-. Ten una conversación con un taxista o con cualquier otra persona que encuentres. Te sorprenderás.

Profundiza y verás que tiene una historia que contar, una larga y ardua historia, tanto más interesante por eso. Conocerás a personas que acarrean el peso de miles de años y personas cuyos formas parecen haber sido sacados de una novela vieja. Puedes encontrar lo más novedoso y lo más antiguo, todo en un solo lugar.

Y en el corazón de todo, conocimiento. Oculto; solo para aquellos que lo buscan y lo quieren. Un conocimiento que te ayudará a encontrarte a ti mismo, y ¿qué otro conocimiento podrías desear?