Llevo unos días de mucho ajetreo, días gestiones y de papeleos inagotables en los que no he tenido tiempo de sentarme con calma y escribir algo, pero, a pesar de ello, en estos días, los primeros días del mes del nacimiento del mejor de la creación, el Mensajero Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, no he parado ni un instante de recordarlo en mi corazón.
Y ahora, tras hacer el salat de subh, no he podido resistirme a sentarme a escribir algo sobre él, salla allahu alaihi wa sallam; ¿y por qué lo he hecho? Por la necesidad que siento que tengo y que todos tenemos de él, de acercarnos a él, de recordarlo, de imitarle y seguir su ejemplo, y sobretodo, de amarle, con un amor real y sincero, con un amor que supere el resto de los amores, ya que ese amor, con el permiso de Allah, será lo que nos hará encontrarnos, reunirnos y deleitarnos con su compañía, en el lugar más elevado del Jardín. Y le pido a Allah que así sea. Amin
Y siento que estamos viviendo en una sociedad y en un momento histórico en el que le necesitamos, necesitamos estudiar su vida, necesitamos empaparnos de él. Ya que él nos enseña, con su ejemplo, a abrir los ojos, nos llama a despertarnos. En el mundo de oscuridad en el que vivimos, unos miran hacia un lado y solo ven oscuridad, otros miran hacia otro lado y no ven mas que oscuridad y el Mensajero Muhammad, salla alalhu alaihi wa sallam, es el sol radiante que nos ilumina en medio de esa oscuridad.
Es el sol luminoso que ilumina el mundo de oscuridad, un sol que transforma la tristeza en felicidad, el desorden y el caos se convierten en un orden preciso, es lo que convierte a una gente injusta los unos con los otros, una gente egoísta e individualista, en una gente con dignidad y valores elevados, que reconoce sus derechos, su posición ante Allah y ante las criaturas y su valor. Una gente que reconoce para qué han sido creados.
¿Qué es la vida del Mensajero de Allah para nosotros? Su Sirah es como el ruh del cuerpo, si no la conocemos, si no nos empapamos de ella, somos solo cuerpos que nos movemos por impulsos, somos autómatas, el Mensajero de Allah, con el mensaje que trajo, con lo que nos enseña y transmite de Allah, es lo que da sentido a nuestras vidas. Él es ese espíritu, él es esa luz que un mes como en el que nos encontramos, surge en Meca e ilumina el mundo por completo.
Antes de él la gente se iluminaba cada uno con su lámpara, con su propio candil, con una luz individual y limitada, pero cuando llegó la rebosante y luminosa lámpara de Muhammad, toda la humanidad se iluminó con esa luz. Este es el Mensajero de Allah, un punto de luz luminosa que se extendió por todo el mundo. La humanidad apagó sus lámparas, ya no brillaban, ya no les iluminaban y fueron hacia la luz resplandeciente del Mensajero, estaban muertos y esa luz los iluminó. Dice Allah: “¿Acaso quien estaba muerto y lo devolvimos a la vida dándole una luz con la que camina entre la gente, es como quien está en oscuridad y sin salida?” (6, 22).
El mundo no distinguía entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto y lo incorrecto, hasta que llegó esta luz, hasta que llegó este hombre con el Mensaje de Su Señor y dio apertura a los ojos, los oídos, las lenguas y todos los sentidos. Dio vida a los corazones de la gente, esto era lo que él portaba: “Asimismo te hemos inspirado un espíritu que viene de Nuestra orden; antes no sabías qué era el Libro ni qué era creer, pero lo hemos hecho una luz con la que guiar a quien queremos de Nuestros siervos. Es cierto que tú guías hacia un camino recto” (42, 52).
El Mensajero de Allah es una luz para todo el universo, para todas las criaturas, es vida para los corazones, es purificación, es armonía, es paz, es cambio hacia lo mejor, es lo que da al ser humano la capacidad de reconocer su valor y su posición como ser humano. Es el Mensajero de Allah el que nos enseña que nosotros, somos las criaturas mas nobles ante Allah.
El Mensajero de Allah nos enseña que somos seres cercanos a Allah, que somos amados por Él, nobles ante Él, que somos parte del “tinte” de Allah. Nos enseña a eliminar la oscuridad, la opresión, la injusticia; nos enseña que ante Allah todos somos iguales, nos enseña que todos somos de Adam y Adam es de tierra.
¿No sois conscientes de la necesidad que tenemos, que tiene toda la humanidad hoy en día de esa luz? Él fue capaz de cambiar a toda una sociedad, fue capaz de cambiar el curso de la historia. Cambió a una gente que bebía vino cinco al día por una gente que se postraba ante Allah cinco veces al día. Cambió a una gente que enterraba a sus hijas con vida, por una gente que no permitía que se dijera una sola palabra en contra de ellas. Cambió a una gente ruda que orinaba en la mezquita, por una gente que noble que se limpiaba después de orinar.
¿Y cómo lo consiguió? Lo consiguió con su ejemplo, con su esfuerzo, con su preocupación por nosotros y, sobretodo lo consiguió con misericordia, pues él era, y continúa siendo, una misericordia para todos los mundos: “En verdad que os ha llegado un Mensajero salido de vosotros mismos; es penoso para él que sufráis algún mal, está empeñado en vosotros y con los creyentes es benévolo y compasivo”.
Este es el Mensajero de Allah, esta es la luz de Muhammad Ibn ‘Abdullah, este es el mejor de la creación, este es el hombre que Allah, en Su infinito Conocimiento y Misericordia, escogió para depositar Su Mensaje y para que lo transmitiera; qué maravilloso es el Mensaje, qué maravilloso es el portador del Mensaje y qué maravilloso sería, iluminar nuestros corazones, con la luz del Mensaje y del portador del Mensaje.
Oh Allah te pido, en este noble mes, que nos hagas ser de aquellos a los que describes en tu Libro diciendo: “Quien obedezca a Allah y al Mensajero, ésos estarán junto a los que Allah ha favorecido: los Profetas, los veraces, los que murieron dando testimonio y los justos. ¡Y qué excelentes compañeros!”. Amin
Sheij Ahmed Bermejo
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