Decir que los medios de comunicación son una poderosa herramienta a la hora de conformar la opinión pública no es un argumento nuevo y de sobra contrastado. Los medios de comunicación -periódicos, radio, televisión, internet, redes sociales- han evolucionado a medida que lo ha hecho la tecnología que los soporta hasta volverse prácticamente omnipresentes. Qué constituye un medio de comunicación y cómo estos han cambiado sus características fundamentales es sujeto de otro artículo, pero que el público general estamos expuestos a una constante corriente de información que compite por ganar nuestra opinión es una realidad innegable.
El poder de los medios de comunicación radica en que proponen una forma de entender los hechos que suceden a nuestro alrededor, una forma de dar significado a estos. Este significado proviene de una narrativa mayor, general, que lo contextualiza y que es el prisma a través del cual los medios filtran los hechos para ofrecer la opinión que se ajusta a su agenda. La objetividad absoluta no existe, y a lo más que puede aspirar un medio es a no ocultar su subjetividad.
Lo que nos interesa resaltar aquí es que los medios de comunicación son una herramienta para construir una narrativa, un discurso, y como tal lo importante es que seamos conscientes de qué discurso proponen a la hora de informar.
Por lo tanto, lo que los medios ofrecen es una versión de los hechos en función a una agenda y en base a los cuales otras versiones son posibles.
Numerosos ejemplos de esto los podemos ver en el estudio publicado recientemente por el Observatorio de la Islamofobia “Una realidad incontestable: islamofobia en los medios” a través del cual vemos como diferentes medios proponen diferentes formar de entender ciertos sucesos.
El objetivo de un medio que pública una noticia es el de provocar una respuesta en el lector, bien sea influenciando su opinión, cambiándola o confirmándola, para que cuando una masa crítica de lectores comparta la misma opinión que dicho medio se produzca un movimiento social, bien sea en favor a un cambio o en oposición a este. Al hacer esto el medio está creando una narrativa a través de la cual dar sentido y significado tanto a su propia existencia como a la de sus lectores.
Las últimas elecciones en Estados Unidos, donde ciertas empresas privadas cobraron una gran importancia a la hora influenciar la opinión pública a través de las redes sociales para determinar un resultado, o, sin ir más lejos, las supuestas injerencias rusas durante el intento de referéndum en Cataluña, también a través de las redes sociales, son algunos ejemplos de esto.
La razón por la que me he detenido a esbozar brevemente qué es un medio de comunicación y cuáles son sus objetivos, es porque dada su omnipresencia hoy en día no podemos pretender ser ajenos a su influencia y al impacto que estos pueden tener en la forma en que nosotros mismos creamos nuestras narrativas personales y comunitarias.
Cuando hablamos de islamofobia lo que estamos diciendo es que hay ciertos sectores de la sociedad cuya narrativa define el islam de forma conflictiva a sus fines. De esto se irradia un discurso que cala en muchos medios de comunicación -algunos de los cuales representan a estos mismos sectores- de forma consciente o inconsciente.
Ante esto lo crucial es cómo los musulmanes respondemos a esta definición del islam y de los musulmanes. Existen dos posibilidades, o bien de forma reactiva o bien de forma proactiva.
Cuando respondemos de forma reactiva estamos dando realidad a la versión de los hechos que estos medios, o sectores sociales, proponen y estamos confirmando su narrativa. Estamos dejando que la definición del islam, de los musulmanes y del lugar de estos en la sociedad, sea definida por estos en lugar de definirla nosotros.
Cuando en lugar de esto tomamos una posición proactiva estamos proponiendo una narrativa alternativa que no acepta una definición impuesta, sino que aboga por entender que el islam y los musulmanes pueden ser y son, parte integrante de esta sociedad.
El peligro del reactivismo es que fácilmente puede convertirse en victimismo. Es decir, que los musulmanes aceptan el hecho de que son víctimas de una agresión que es una respuesta aun crimen que no han cometido. La reacción a algo está necesariamente ligada al agente que la causa, de la misma forma que una respuesta está ligada a la pregunta formulada.
Tomar una posición proactiva es lo contrario. Es no limitarse a responder a las preguntas sino estar involucrado en la formulación de estas. Si los musulmanes quieren, y deben querer, participar en la formulación de las preguntas deben de tomar una posición proactiva.
La realidad es que los musulmanes ya son parte activa de esta sociedad en muchos niveles, y a medida que la población musulmana se vaya consolidando -nuevos musulmanes e inmigrantes, los hijos de estos y en muchos casos ya una tercera generación- su participación crecerá en calidad y en cantidad.
Ejemplo de esto son alguno de los países europeos que cuentan con poblaciones musulmanas más asentadas y con mayor solera, como pueden ser Inglaterra, Francia o Alemania, donde los musulmanes forman parte del tejido social a todos los niveles -desde el político o el académico hasta sectores de negocios o servicios-. Los reajustes sociales que se están dando en estos lugares, con los peligros que esto puede conllevar cuando el discurso público es secuestrado, son testimonio de ello.
Una sociedad es un ente dinámico sometido constantemente a diferentes presiones que aspiran a conformarla, lo que da lugar a reajustes necesarios. La pregunta que debemos formularnos todos, musulmanes y no musulmanes, es en qué tipo de sociedad queremos vivir y qué pasos estamos dando para ello.
Es este sentido, participar en el discurso social de forma activa y positiva, en la formulación de las preguntas y no solo en las respuestas, es imprescindible para ser parte constituyente de la narrativa individual y social, y la mejor forma de contrarrestar la islamofobia.
(Articulo comisionado por el Observatorio de la Islamofobia en los medios.)
Facebook y Twitter @ObsIslamofobia
Luqman Nieto
Hafid de Corán, escritor y vicepresidente de la Fundación Mezquita de Sevilla.
www.luqmannieto.com