Notas y barruntos (III): Ramadan

Si la sahada es la puerta de entrada a un camino que nos abre a una nueva dimensión de la realidad de todo lo que hay, parafraseando a Ortega; y el salat es el norte y la constancia en el camino, podríamos decir que Ramadan es la experiencia vital demoledora que reordena la realidad interior y exterior conforme a la Sharia aclarando nuestro espíritu, limpiando nuestro cuerpo y sosegando nuestra mente de la neurosis constante que supone la vida en las sociedades occidentales.
El ayuno en el sagrado mes de Ramadan es una obligación para todo musulmán adulto, cuerdo y sano. Este ayuno se realiza desde el despunte del alba (Fyar) hasta el ocaso (Magrihb) y consiste en abstenerse de ingerir cualquier tipo de alimento o líquido, de fumar y tener actividades sexuales. También debe evitarse exhibir el cuerpo, pintarse o utilizar perfumes.
Ramadan es un mes de recogimiento, meditación y adoración; en el que el espíritu y la himma (anhelo) del musulmán crece y se alimenta a través de la adoración de Allah, situándose en otro nivel de conciencia de la realidad. Es un periodo de inmensa recompensa tanto para Dunia (este mundo) como para Ajira (el mundo que viene), y un periodo en el que Shaitan está encadenado y la vida cobra una inmensa facilidad y simplicidad.
El ayuno no es algo meramente físico, sus implicaciones son mucho más trascendentes. Hemos de intentar mantener a raya nuestra lengua y nuestra vista, abstenernos de entrar en debate, controlar nuestros instintos y emociones y, en definitiva, alejarnos de todo lo superfluo y lo que supone una carga para nuestro espíritu. Es la época en la que nos enfrentamos más directa y abiertamente a nuestro Nafs y en la que nos damos cuenta de que, con la voluntad adecuada y con la ayuda de Allah, la tarea de su domesticación es posible.
La lectura del Noble Corán es una actividad altamente recomendable durante el mes de Ramadan ya que nos mantienes en Dkra (recuerdo) de Allah, sosiega con alimento nuestro espíritu y nos aporta serenidad y conocimiento.
Aunque el ayuno es algo muy personal, la Yammâ (comunidad) cobra especial importancia en esta epoca. Es aconsejable realizar la ruptura del ayuno en Yammâ siempre que sea posible; es el momento de estar en compañía de los musulmanes, de disfrutar de la cena (Iftar) y de aprender. En las comunidades bien asentadas las familias se turnan para preparar la ruptura del ayuno y la cena posterior; cada día una familia se hace responsable tanto de la preparación de la comida como de dar el servicio y de recoger.
Resulta curioso ver, año tras año, como brillan las dos caras de esta moneda; probablemente se trate de la época más dura del año para los musulmanes, unas fechas de ayuno total, de abstinencia, de contención, de retiro y, sin embargo, es cuando más gente se acerca al islam, e incluso, desde mi corta experiencia, cuando más conversiones se producen. Esto quizá pueda darnos una pista de los tesoros que encierra Ramadan.
Para el mundo no musulmán (Kfur) todo esto no es demasiado comprensible. Y de hecho no lo sería para nadie si nos quedáramos en la superficie en la que, a veces, nada su análisis. Como se ha dicho más arriba Ramadan no es sencillamente dejar de comer y de beber como muchos interpretan, sino que el ayuno abarca mucho más y estas restricciones no son sino medios; al igual que la recitación de Coran, el estudio, la vigilancia estricta del salat y sus tiempos, el retiro etc. para elevar nuestra himma y acercarnos más a Allah. La intención que uno tenga en el corazón es en este sentido fundamental. Hay a este respecto un famoso Hadiz del profeta Mohadmmed (SAW) que dice:
 “Hay gente que ayuna y no obtiene nada más que hambre y sed, y están los que oran por la noche y no obtienen nada más que una noche de insomnio».
Durante el mes de Ramadan se realiza un salat especial que no tiene lugar en ningún otro momento del año, el Tarawi, y consiste en recitar todo el Noble Coran a lo largo del mes, cada noche se va recitando un fragmento, después del salat al Isha, hasta que se llega al final. Su conclusión suele dejarse para una noche muy especial, la más especial de todo el Ramadan; Layla al-Qadr, la noche del poder, la noche del perdón.
Esta fue la noche en la que el mensajero de Allah (SAW) recibió la revelación en el monte de Árafa. En los hadices está contenido que la baraka (recompensa) de esta noche es equivalente a mil meses de adoración. En ella los ángeles descienden a la tierra y se perdonan todas nuestras faltas. Esta noche se pasa en las mezquitas recitando el Noble Corán hasta que despunta el alba.
Ramadan es una experiencia interior de conocimiento y exploración de los propios límites de cada uno, de sus flaquezas, del poder de su voluntad, de sus desconocidas capacidades y resistencias, de su espiritualidad, de sí mismo y de su Nafs.
De todo esto, como de cada cosa en la vida, uno puede tomar más o menos dependiendo de su anhelo y de su capacidad; uno puede optar por impregnarse de todo o por pasar de puntillas. Sea como fuere es un momento idóneo para vivir Islam en toda su intensidad.
Aunque de todo esto Allah sabe más.
«Allahuma lakasuntu wa bika amantu wa laika tawakaultu wala rizquika aftartu rabbil alamin»
Autor: Nizzar Vizcaino

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