El ser humano rechaza por naturaleza las acciones de violencia y terrorismo

Todo ser humano que tenga un mínimo de empatía por sus congéneres no puede sino sentir un rechazo visceral por las acciones violentas injustificadas, innecesarias y fuera de contexto. Este es el caso con los sucesos violentos que están ocurriendo constantemente en todo el mundo; desde París, Bruselas o Estados Unidos a Pakistán, Siria, Nigeria, Birmania, Israel o cualquier otro lugar donde ocurran. Pretender que el individuo se tenga que justificar constantemente y tenga que expresar su rechazo ante cada acción violenta, terrorista, o de cualquier otra índole perversa, como podría ser la corrupción, es asumir que dicho individuo acepta la validez de estas acciones por defecto, y que solo las rechaza una vez lo expresa de forma inequívoca y ante cada situación.

La disposición natural del ser humano en armonía con sus circunstancia tanto internas como externas, recordemos lo que dijo Ortega y Gasset ‘yo soy yo, y mis circunstancias’, es de rechazo y condena, independientemente de sus creencias o ideologías. Esto es así porque el ser humano siente empatía por sus congéneres e imaginarse él mismo en una situación similar le produce horror. Dijo el Profeta Muhammad: “No creeréis hasta que no queráis para vuestro hermano lo que queréis para vosotros”. ¿Quién, en su sano juicio, podría querer semejante cosa para sí mismo, su familia o seres queridos?

Cuando el ser humano es atrapado por ideologías rígidas, descontextualizadas y sin relación con el aquí y ahora, es decir, cuando entra en un estado de nihilismo, se le puede manipular para que, contrario a su disposición natural, lleve a cabo acciones que van contrarias a su naturaleza de cooperación con otros seres humanos.

El nihilismo ha sido descrito por Nietzsche como la transformación de todos los valores’. Y Heidegger dijo que: “Cuando todo empuja hacia la nada, el nihilismo reina”. El problema hoy en día es que, como también dijo Heidegger: “Los valores más elevados han sido devaluados”. Y cuando no hay valores reales, es decir, cuando se rompe el círculo natural de empatía entre seres humanos que lleva al individuo a actuar de forma noble puesto que sabe que lo mejor para el grupo es lo mejor para sí mismo, el ser humano desprovisto de guía actúa de forma impulsiva conducido por ideas preconcebidas de cómo tienen que ser las cosas. Y las cosas no son, se hacen.

Esto es algo que ha ocurrido a lo largo de la historia en numerosas ocasiones. Los ‘ismos’, indicadores de ideologías, toman prevalencia en una persona, o grupo de personas, sobre la empatía natural del ser humano con sus congéneres y la capacidad para resolver los conflictos a través de la comunicación libre y directa entre seres humanos.

Por ejemplo, en los años subsecuentes a 1789, los diferentes gobiernos de Francia, tras la Revolución Francesa, llevaron a cabo verdaderas matanzas en nombre de la democracia y la igualdad contra todos aquellos que se opusieran a estas ideas. Cientos de miles de personas murieron bajo el pretexto de establecer una sociedad democrática e igualitaria. ¿Quiere esto decir que estos dos principios, la democracia y la igualdad, sean en sí erróneos o violentos?

No, lo que quiere decir es que cuando un individuo o grupo se apropia de una concepto, ya sea una idea, religión, creencia o cualquier otra forma por la que los seres humanos entienden el mundo y su lugar en él, y la usa para defender sus intereses particulares, es decir, lo convierte en un ‘ismo’, cuando esta no se ajusta a sus intereses, entonces la tergiversa para justificar sus acciones.

O veamos los atentado comunistas que tuvieron lugar Europa tras la segunda guerra mundial. Los principios comunistas pueden ser igual de elevados, a priori, que los democráticos capitalistas, pero cuando estos principios se usan para llevar a cabo una agenda política pueden dar lugar a estas acciones. Un ejemplo más, en Birmania los monjes budistas lideran una campaña de exterminación contra los musulmanes, algo que está ocurriendo ahora mismo, mientras lees esto, ¿significa entonces que el budismo promueve este tipo de acciones violentas y terroristas?

Este es el caso de lo que está ocurriendo actualmente con el Islam. Uno o varios grupos minoritarios, en relación a la población musulmana global, utilizan principios islámicos sacados de contexto o tergiversados para justificar sus acciones. Han creado una ideología e idealismo que, por su naturaleza y manifestación, queda fuera de del Islam.

Indonesia tiene más de trescientos millones de musulmanes, de hecho es el país con más musulmanes del mundo, ¿hemos escuchado alguna vez algún tipo de terrorismo o acción violenta en nombre del Islam proveniente de allí? No, nunca. En cambio casi todas las acciones de terrorismo o de violencia que ocurren en las que el Islam es mencionado se pueden trazar a dos grupos, o Al Qaeda o ISIS, o cualquier de sus subsidiarios en otros lugares. Sí, hay más, por ejemplo Boko Haram, pero estos casi nunca actúan fuera de sus ámbitos locales (este no quiere decir que se justifiquen sus acciones, pero al no llegar a Occidente no reciben la misma atención).

Cualquier marco de pensamiento que el ser humano desarrolla es un arma poderosa de doble filo que puede impulsar a sus seguidores a las más altruistas acciones, o, cuando manipulados y tergiversados esto principios, pueden ser usados por un reducido grupo para manipular las mentes de los más débiles para cumplir unos intereses determinados.

Esto ocurre cuando la ideología y el idealismo están desconectados de las circunstancia del lugar y el momento. Es decir, cuando el nihilismo reina.

Lo que esto quiere decir es que culpar al Islam de las acciones terroristas o violentas de un grupo cuyos intereses son puramente políticos, territoriales o de dominación material, y que han dislocado su entendimiento del pensamiento y manifestación del Islam de lugar y el momento históricos que vivimos, es erróneo

No hemos de juzgar ninguna forma de pensamiento y vida por la representación de una minoría, sino por lo que la mayoría dice y hace y el efecto que tiene en la sociedad. En este caso, la mayoría que actúa de forma radicalmente opuesta al terrorismo y la violencia es abrumadora, y los ejemplos históricos de sociedades en las que el Islam estaba establecido nos muestran sociedad avanzadas y civilizadas donde todos sus habitantes vivían en armonía independientemente de su creencia; por ejemplo Al Andalus o el Imperio Otomano, que duró hasta 1918.

Si a esto le sumamos que los principios que se deducen del Corán y la Sunna (las dos fuentes primordiales de donde se toman las enseñanzas islámicas) son contrarios a estas acciones violentas injustificadas, entonces hemos de concluir que no se puede culpar al Islam de este tipo de acciones y hemos de buscar las causas en otros lugares.